Ser emigrante: un duelo migratorio

Escrito por: Brisleidy Montoya

¡Hola!

Los que me conocen, saben que soy emigrante y si no me conoces, te lo cuento.

Soy una persona que decidió dejar su país para conseguir un mejor futuro, lo que hacemos muchas emigrantes en realidad, pero ¿emocionalmente que conlleva emigrar?

Dejar nuestro país, nuestra familia, amigos, nuestras raíces es un peso que llevamos a cuesta por mucho tiempo y, como todo abandono o pérdida, nos hace vivir un proceso de duelo.

Cuando escuchamos la palabra duelo lo asociamos normalmente a la pérdida de un ser querido, alguien que ya no estará con nosotros, que, en pocas palabras, murió. Eso nos hace sentir una profunda tristeza, dolor, añoranza, rabia, entre otras emociones.

¿Qué es el duelo migratorio?

Asociamos el duelo migratorio a la pérdida de nuestro país, amigos, familia, vida y estatus social, algo que habíamos formado con el tiempo; sin embargo, a diferencia del duelo «común» esta es considerada como una pérdida temporal, algo con lo que se puede volver a conectar, regresar; mientras que el duelo común es una pérdida definitiva, alguien con quien ya no podrás conectar de nuevo, solo por los recuerdos.

Dejar nuestro país es una de las decisiones más difíciles, algunas voluntarias, otras no, pero abandonó en fin, nos hace sentir una profunda tristeza, rabia, frustración y negación, signos de los que les contaré más adelante.

El duelo podría considerarse una experiencia, una vivencia, más allá de un problema mental, debido a que no es trastorno ni enfermedad, por lo que cada persona vive de manera diferente los mismos signos, pero en tiempos no lineales y en sentimientos diferentes.

¿Cómo es eso? Cada persona tiene derecho a vivir su duelo como lo vaya sintiendo, es decir, muchas personas pueden pasar por signos de rabia y frustración a los muy pocos meses de haber emigrado, otras, sin embargo, pueden solo sentir tristeza, dolor y soledad al segundo año de haberlo hecho. Este duelo puede aparecer rápido, como puede tardar mucho en aparecer según el estilo de vida que cada una vaya teniendo.

Cuando emigramos dejamos a un lado nuestro ser, es decir, nos convertimos en personas dispuestas a realizar cualquier actividad honrada a la que quizás muchas no estábamos capacitadas y empezamos a tener diversos oficios, a medida que nos vamos estableciendo en este nuevo país. Qué ojo, como migrante que soy, puedo afirmar que son experiencias que nos hacen crecer, más como persona, donde conseguimos nuevas habilidades y talentos, y donde muchas consiguen lo que quieren hacer en su vida, más allá de lo que decidieron cuando fueron jóvenes.

¿Dejar a un lado una profesión, un título por querer montar un restaurante y ser feliz? ¡Muy bien! Darse cuenta que les gusta más ser atención al cliente que una abogada, cada una encuentra el oficio donde es feliz y se encuentra a sí misma en su camino, camino llamado migración, alias nueva vida. Volviendo al tema que nos importa y por el que leen este artículo, el duelo migratorio como dije es para cada persona diferente y lo siente en tiempos distintos. Estos son los signos que aparecen...

Signos para saber si paso por un duelo migratorio:


1.- Ansiedad: el signo más común por lo que sucederá, lo que nos hace sentir malhumoradas, irritables y muy tristes por lo que sucedió, lo que pasa y lo que aún no sabemos qué pasará.

2.- Desorientación de nuestra identidad y autoestima: como dije, hace poco dejamos nuestro ser para convertirnos en alguien nuevo, lo que nos hace perder muchas veces nuestra identidad y baja nuestra autoestima, cambio de cultura, de idioma, de extrañar nuestro país y lo que fuimos, esto nos hace muchas veces no tener la capacidad para tomar nuestras decisiones respecto a nuestro proyecto de vida.

3.- Sentimientos de culpa: por quienes dejamos, a quienes no nos pudimos traer y por el estilo de vida que quizá podemos tener y nuestros seres queridos aún no. Aunque disfrutemos de muchos beneficios de ese país que elegimos como el turismo, las actividades, las oportunidades para conocer y disfrutar, pensamos en la culpa que nos genera hacer esto, mientras que no estamos con nuestra familia. Pasamos por diversas fases de este duelo migratorio.

Fases del duelo migratorio:

Desde la negación hasta la gratitud son unas cinco o seis fases que debemos sentir, y aunque son fuertes, cada una debe ser sentida y expresada con todo el derecho.

Te lo explico en este pequeño o no tan pequeño párrafo. Nos negamos a la idea de abandonar nuestro país, cosa que es completamente obvia, sobre todo cuando lo hacemos por una crisis política, económica, laboral o por catástrofe natural; sin embargo, cuando se va con un objetivo en mente como estudiar, o una propuesta laboral, esta puede llegarnos a afectar mucho menos, sentimos rabia y frustración por haber tomado la decisión de irnos, sobre todo cuando es impuesto, y si sabes de donde vengo como venezolana, es algo que hoy en día ha afectado a muchas latinas y parece completamente injusto.

La tristeza que puede despertar un duelo migratorio no es menos que la de un duelo por muerte o una ruptura de pareja, ya que los sentimientos de soledad y baja autoestima se llevan con nosotras gran parte de nuestro proyecto, donde algunas no lo toleran y toman la decisión de regresar. El miedo, aquello que nos saca de nuestra zona de confort, un viaje a lo desconocido a algo nuevo, desde subir a un avión o autobús, hasta cruzar un río y una selva, o el negar la residencia del país al que con ilusión fuimos.

Sin embargo, este proceso no es para siempre, si fuiste valiente de tomar la decisión de emigrar y has seguido siéndolo superando todas estas fases, llegas al punto de aceptar que todo lo que hiciste, decidiste y viviste vale la pena para tener un mejor estilo de vida, iniciar un proyecto, una familia, conocer nuevas personas y entender que no fue tan mala idea después de todo, porque emigrar es de valientes. Así llegas a la gratitud y el perdón, agradeciendo a ese nuevo país que te recibió y te dio la oportunidad de establecerte, de ayudar a tu familia, de tener oportunidades y de perdonar, perdonarte, porque sí, como leíste hace un rato el sentimiento de culpa que nos invade debe ser perdonado, por haber abandonado tu país, tu familia y amigos, y perdonar al país que te recibió, al que desde un principio quizá no viste con buena cara por las dificultades que esta lleva.

Emigrar no es para nada sencillo, pero es una experiencia que te hace crecer como persona, que te hace extender tus raíces y abrir tu mente. Emigrar es valiente, y si estás leyendo esto es porque seguramente tú lo eres. No dejes que los bajones que lleva el proceso de migración te derrumben, sigue adelante, siente cada signo, vive cada fase, nunca te reprimas y cuando sientes que no puedes sola, busca ayuda, la orientación psicológica te ayuda a tener una buena salud mental para que puedas tener la vida que quieres, y eso, no es para nada malo.

Todo el éxito del mundo para ti que me lees.