Retomar tu carrera tras la migración (y la maternidad)

Escrito por Deisy Yanez

Toma I. La búsqueda

Han pasado casi 2 horas desde que me senté frente a mi computador para postularme a cuanta oferta de empleo me llamó la atención. 

Perdí la cuenta de las veces que he hecho esto. La mayoría de ellas, solo el silencio es la respuesta o, en todo caso, llega alguna respuesta automática en la que me indican que seguirán adelante con otros candidatos y me animan a seguirlo intentando.

Es frustrante porque, además de que no logro llegar a esa primera entrevista, me da curiosidad saber si hay algo que puedo mejorar para mis próximas búsquedas.

Antes de emigrar tenía una carrera incipiente pero prometedora. Tenía una red de contactos muy robusta y bien segmentada. Tenía muy buenas amistades y el respaldo de una experiencia laboral que me permitía tener un abanico de habilidades-destrezas útiles para roles diferentes.

Al llegar a un país nuevo, todo cambió. Toda esa experiencia queda en entredicho porque son culturas distintas. Hay que demostrarla, pero para demostrarla necesitas la oportunidad y para tener esa oportunidad necesitas un golpe de suerte o una red de contactos que aún no has podido crear.

Debo acotar que esto es algo que te dicen, y te dices, antes de salir de tu país de origen pero que solo comprendes en su total dimensión cuando llegas a tu país de acogida.

Hasta aquí alguien podría decir: “es cuestión de intentarlo, de tocar puertas”. O también podrían decir “puedes empezar desde abajo, haciendo algo diferente, mientras conoces el entorno, creas tu red de contactos y avanzas”. Pero ¿qué pasa si no llegaste precisamente a la capital (centro de la dinámica comercial y empresarial de la mayoría de los países latinoamericanos)? ¿Qué pasa si en medio está la maternidad y una pandemia?

Entonces surge la necesidad de hacer algo “mientras tanto”. Alguna actividad que te permita solventar las urgencias económicas y mantener tu mente activa y no sucumbir a la depresión. Tal vez por eso “casi la mitad de las trabajadoras migrantes se inserta en el servicio doméstico”. Y lo haces, pero no basta. Confirmas que satisfacer tus necesidades económicas no es la única razón por la cual trabajas. Hay algo más.

Quizás ese algo más es lo suficientemente significativo como para sobreponerse a un hallazgo como el de Aileen Salas en su tesis Mujeres migrantes y trabajo quien afirma que: “A pesar de que es mayor la cantidad de venezolanas de alta calificación en comparación con los hombres con las mismas características, son estos últimos quienes ocupan puestos directivos y profesionales con mayor frecuencia".

Y entonces sigues intentando. Y pasas 2 horas postulándote a cuántas ofertas de empleo llaman tu atención con la esperanza de que esta vez, por alguna razón, funcione.

Toma II. Las alternativas

Cuando estás buscando empleo, después de haber sido madre y de haber migrado, tienes varias cosas en contra: años de ausencia del mercado laboral / profesional, poco o nulo conocimiento del entorno, poca relación con los estándares actuales de contratación y pocos o inexistentes contactos de calidad (aquellos que te pueden recomendar para un puesto con esperanzas de éxito), por mencionar algunas.

Entonces, surgen alternativas que, generalmente, tienen que ver con el autoempleo y/o el emprendimiento. Estas alternativas pueden resultar en una revelación absoluta, un rotundo éxito por develar un área en la que puedes prosperar en muchos aspectos de tu vida pero también pueden ser un constante “mientras tanto”.

En mi caso particular, tengo rato con mi “mientras tanto”. Y les prometo que intento ponerle la mejor de las ondas, trato de aprovecharla como un espacio para vivir y desarrollar esas cosas que en verdad me gustan y me apasionan (en mi caso es todo lo que tiene que ver con Desarrollo sostenible). Y, en el sentido estricto de la palabra, funciona.

Funciona porque es algo rentable, porque me mantiene ocupada, porque me conecta con otras personas y porque me permite dedicar tiempo a mis hijas (aun pequeñas), peeeeero no deja de estar en mi cabeza como un “mientras tanto”. Sigo teniendo la esperanza de poder dejarlo en cualquier momento porque me surgió una mejor oportunidad. 

Cuando tomo consciencia de eso, me siento mal. Es que el ver que es un mientras tanto que se alarga y que crece, es como un recordatorio de que no es fácil volver. Y ojo, que la vida laboral / profesional tampoco es un jardín de rosas donde todo sale perfecto. Tiene sus detalles, pero sí que resulta en una oportunidad para salir de lo doméstico, para verte y experimentarte en un rol distinto al de mamá o esposa.

Es en el contacto y en el trabajo con otros en donde puedes descubrir y desarrollar tu potencial al tiempo que puedes lidiar con tus áreas de mejora.

Y justo escribiendo esto me encuentro un video de @kekamartineztv donde habla de la importancia de trabajar cuando eres mujer. Y digo, ¡claro! es importante y necesario, ¿pero cómo lo logras? ¿cómo haces para tener esa oportunidad cuando no te abren las puertas o no tienes el dinero suficiente que te sirva de llave? (yo sé que aquí más de una emprendedora exitosa me va a decir que esas suenan a excusas y, tal vez lo sean, pero es la realidad que vivo).

Claro que también está la opción de trabajar en cualquier cosa que te deje dinero, pero creo que caemos en lo mismo del mientras tanto. Tarde o temprano.

Una opción válida es decidir estudiar/capacitarte en algo nuevo, diferente. Algo en lo que haya cierta certeza de que podrás salir con más oportunidades de empleo.

Para esto abundan opciones gratuitas y online. Una maravilla. Excepto que pretendas hacerlo con cierta formalidad y en alguna institución con mejor renombre. Ahí necesitas más presupuesto y, a menos que tengas muchos ahorros o un  muy buen financista, te toca trabajar y vuelve a girar la rueda.

En fin, aun cuando mi intención no es ser pesimista sí quiero poner una bandera roja aquí para ver si alguna de estas personas que día a día revisa currículums y se encuentra alguno de una mujer que tiene más de 30, hijas-os y/o viene de otro país, le dé el chance de ser escuchada. Al menos por curiosidad. Capaz se encuentra con la sorpresa de que podría ser un buena inversión.

Toma III. Las emociones

Hasta aquí hemos repasado la dimensión práctica de lo desafiante que puede ser retomar tu carrera tras la migración y la maternidad, pero emocionalmente, la historia se hace más larga y complicada. Es casi como una montaña rusa. 

Las emociones que puedes experimentar cuando tratas de retomar tu carrera laboral / profesional después de haber migrado y/o tenido hijas-os, son variopintas y vertiginosas.

Se puede tener un momento de tristeza profunda en la que te sientes al fondo del foso y un día después, tras considerarlo con atención y a la luz de la tendencia actual del autoconocimiento y el desarrollo personal, sentirte agradecida porque al menos tienes cubiertas tus necesidades básicas, estás con tus hij@s cerca y/o tienes salud.

Está la sensación de que no tienes derecho a esperar que sea distinto si al salir sabias que las cosas cambiarían. También sabes que debes respetar los tiempos de adaptación y de conocer el entorno y a las personas, sin mencionar que deberías esperar a que los niñ@s estén en condiciones de quedarse solos o con un tercero que los cuide.

La culpa y el miedo son compañeros constantes de este tránsito. Ya no tienes a los familiares y amigos tan cerca y tan disponibles como antes, así que sentirse sola puede ser una sensación familiar.

Por otra parte, también puede estar la nostalgia por tu vida de antes. Sin hijas-os En tu tierra. Cuando te ofrecían empleos sin buscarlos. Cuando te proponían proyectos interesantes y retadores. Cuando podías viajar a diestra y siniestra si el trabajo lo requería. La nostalgia de saber a quién acudir si necesitabas apoyo con algo.

Y entonces tratas de buscar en ti recursos para sobreponerte. Para honrar tus emociones (a veces), para reprimirlas, otras, y para disimularlas, otras tantas. Intentas recordar que si tuviste la fuerza para dejarlo todo en tu país y para decidirte por la maternidad, entonces deberías tener la fuerza para seguir adelante en tu búsqueda o para aceptar lo que venga.

Casi obligas a la esperanza a que se muestre. Así haya días en los que se esconda y no quiera ni hablar. Porque las ganas de superación, siguen latentes así como la conciencia de que saliste de tu país justamente para encontrar un entorno que te permitiera prosperar y brillar con tu propia luz.