Las venezolanas queremos libertad
Escrito por Susana Reina
Para mí siempre ha sido un privilegio enorme coincidir en espacio y tiempo con una mujer de la talla de Inés Quintero, historiadora e investigadora venezolana, autora reconocida de obras que revelan nuestra historia más reciente como nación. Considero que su mayor valor es que logra transmitir la psicología y emocionalidad con la que fueron vividos los principales acontecimientos, manteniendo el apego a los hechos que marcaron esa época.
Una vez más, tuve la dicha de compartir con ella un buen rato, gracias a la convocatoria de la ONG Venezolanas Globales desde su Club de Lectura, programa destinado a leer y conversar sobre obras de mujeres latinoamericanas. El libro elegido en esta oportunidad “La Palabra Ignorada”, ya de por sí era suficientemente atractivo como para reunirnos con el fin aprender y apreciar su contenido, pero el haber contado con la presencia de la propia autora en el grupo, fue un lujo solo posible gracias a la inmensa generosidad de Inés.
El libro relata la historia de ocho mujeres, empezando por las esclavas, que eran el subsuelo del subsuelo social, por ser además de mujeres, negras, a quienes les hacían avalúos como cosas, tasando sus características físicas y humanas para venderlas o comprarlas sin tomar en cuenta sus propios deseos. Incluye además el relato de dos mujeres de la época de la independencia y de la primera república.
¿Qué implicaba ser mujer en la Venezuela de los siglos XVIII y XIX? ¿Cuáles eran las convenciones sociales en torno a ella? ¿A qué estaba socialmente obligada? ¿Cómo era su vida familiar, sus rutinas, sus relaciones con su pareja e hijos? ¿De qué manera se vinculaban con las autoridades gubernamentales y con la vida política? Estas son las cuestiones que Inés aborda en este libro porque, como historiadora, confiesa que le preocupa encontrar la voz de las mujeres: “no la palabra de otros sobre lo que ellas hicieron o dijeron, sino las palabras de ellas directamente”.
Invisibles para la historia
“No existe en la tradición historiográfica venezolana estudios sobre la esclavitud femenina” nos dice Inés. Este silencio por omisión puede tener muchas lecturas, pero refleja a carta cabal el poco peso o valor que la palabra de las mujeres ha tenido a lo largo de la historia. Su libro nos hace viajar en el tiempo para identificar lo que vemos de nosotras mismas en esas historias, ocultas en los documentos y papeles de los grandes archivos históricos y que ningún libro de educación básica, secundaria o universitaria, se ha molestado en recoger.
Leer “La Palabra Ignorada” nos pone de frente a la misoginia histórica, al patriarcado colonial, a la discriminación exacerbada cuando se mezclan clase, sexo, raza y edad. Nos conecta con las vivencias cotidianas de mujeres que lucharon por su libertad personal con todo en contra e hicieron valer su voz a pesar de ello: “no es un tema de reivindicación sino de difusión de sus testimonios para comprender cabalmente ese momento histórico”.
Hacer visibles estas historias de mujeres comunes y corrientes nos hace entender que no todas estamos paradas en el mismo sitio cuando se trata de defender nuestros derechos, pero nos hermana en la idea de que todas queremos ser verdaderamente libres.
Esclavitud y condición femenina
Leer y escuchar a Inés, nos ayuda a valorar en estas asombrosas historias el coraje, la dignidad, fortaleza y sensibilidad de sus protagonistas. Son las voces de las mujeres frente al poder constituido: el padre, el amo, el marido, el cura, el político, el juez… Ellas piden su libertad, se defienden de la violencia, aspiran a participar y no siempre salen airosas de sus luchas. Pero son un ejemplo de lo que es posible transformar cuando se pone un límite para no dejarse golpear más, para reclamar espacio social como ciudadanas, para dejar de ser cosas y pasar a ser sujetos de pleno derecho.
Fueron actos de absoluta rebeldía que, al documentarlos, hicieron vivir a Inés “una experiencia extraordinariamente emotiva y estremecedora”. A nosotras nos produjo la misma sensación al leerlos, porque inevitablemente esos relatos nos llevan a preguntarnos si realmente las mujeres alguna vez hemos dejado de ser esclavas.
Doscientos treinta años después, seguimos sin que se nos crea cuando denunciamos abuso sexual, se mantiene sobre nosotras la misma presión sobre la reproducción biológica como destino o del trabajo doméstico sin compensación disfrazado de amor y servicio. Las mujeres seguimos relegadas al espacio de lo privado, con muchos obstáculos para acceder al poder público, descartadas cuando nos hacemos viejas o hiper sexualizadas, cosificadas y tasadas por nuestra apariencia física cuando somos jóvenes.
Seguimos bajo el poder conservador religioso y político que dictamina lo que está bien para nosotras, que sataniza a las que abortan y se divorcian, que nos dice de mil maneras que nuestros cuerpos no nos pertenecen, que mujer libre es sinónimo de libertina. Seguimos sacrificando nuestros sueños y ambiciones por los hijos, por la familia, por los demás. Seguimos siendo propiedad de maridos posesivos o de empresas que nos pagan menos que a los hombres por no considerar nuestro trabajo de igual valor.
Fueron feministas
Pero también seguimos en esta lucha por la igualdad y por la libertad que iniciaron ellas antes que nosotras, por el derecho a expresarnos y a que no se ignore más nuestra palabra. Seguimos reclamando derechos con su mismo ímpetu libertario, con mayor conciencia colectiva, inspiradas en sus logros y contagiadas de su tenacidad y terquedad.
Con esta lectura comprobamos que el movimiento feminista en Venezuela comenzó en la época de la esclavitud e independencia y las mujeres de las siguientes generaciones tomamos este testigo. Gracias Inés, por ayudarnos a mirar con perspectiva histórica la valentía de aquellas venezolanas que, con toda seguridad, aún vive en cada una de nosotras.
Originalmente publicado en https://efectococuyo.com/opinion/las-venezolanas-queremos-libertad/