La calidez venezolana en eso que llaman diáspora

Por Alexandra Winkler

September 18, 2018

Cuando hablamos de migración venezolana, las primeras imágenes que se nos vienen a la mente son las realidades dramáticas del deslave humano que se está viviendo en nuestras fronteras, repletas de historias desgarradoras de familias separadas, de caminantes con rumbo infinito y de venezolanos con mucha desesperación por conectarse con algún familiar o amigo cercano en cualquier destino.

Pero también hay historias de venezolanos que lograron asentarse con éxito en distintas ciudades del mundo, después de mucho trabajo arduo. Venezolanos que humildemente quieren compartir sus experiencias, fracasos y aprendizajes y realmente “ponerse a la orden” del otro para ayudar.

El pasado martes 4 de septiembre, tuve la oportunidad de asistir a un foro organizado por la Fundación Visión Democrática (@VisionDem) en Washington DC, en su primer esfuerzo por reunir a los venezolanos en esa localidad. Ahí tuve la fortuna de escuchar las historias personales de Ali Arellano y Gabriela Febres, los emprendedores de Arepa Zone; Enrique Limardo, el chef de Alma Cocina Latina; y Betilde Muñoz, Directora Social de la Organización de Estados Americanos.

Por dos horas, este panel nos tuvo pegados a nuestros asientos, escuchando las travesías conmovedoras que cada uno tuvo que hacer para lograr su máximo potencial. La gran conclusión es que todos agradecen la solidaridad de los venezolanos que los recibieron cuando llegaron, desde invitarlos a quedarse en sus casas hasta conectarlos con personas de interés en su ámbito. “Mi filosofía de vida es Pay it Forward (pagándole al próximo)” dijo Betilde Muñoz, explicando que ella ayudaba a venezolanos sin pedir nada a cambio; solo esperaba que ellos pudieran ayudar a otros cuando les llegaba el momento.

Y la oleada de personas que necesitan una mano seguirá creciendo. Francisco Márquez, Director Ejecutivo de Visión Democrática, explicó en el evento que existen casi 600.000 venezolanos en Estados Unidos, principalmente en Florida, Texas, Nueva York y Massachusetts, pero con tendencia a aumentar y expandirse en otros estados. En el año 2009, revisaron los registros de todos los venezolanos que aplicaron a residencia permanente patrocinados por compañías. “En ese momento se distribuían en 22 de los 50 estados. Para el año 2016 pasaron a 49 estados; faltaron Alaska y Vermont”, dijo Márquez.

Otro ejemplo que busca contabilizar “cuántos somos” y “dónde estamos” es la comunidad de “Venezolanas Globales”. Esta iniciativa creada por María Corina Muskus y Yenni Peña se dedica a visibilizar, apoyar y promover a mujeres venezolanas alrededor del mundo y fomentar espacios de participación y encuentro entre ellas. Gracias a la plataforma de Facebook (@VenezolanasGlobales), ya hay más de 2,500 mujeres afiliadas a esta alianza, reuniéndose presencialmente en 14 ciudades (Madrid, Lima, Buenos Aires, Santiago de Chile, Ciudad de México, Londres y Nueva York, entre otras) para compartir información profesional y académica.

También pude asistir a una reunión de este grupo, en donde la coordinadora local, María Dolores Vallenilla, ha organizado la red de 40 mujeres en función a sus necesidades; en este caso, potenciar oportunidades laborales y de emprendimiento, por lo cual, todos los meses se están ofreciendo actividades de acercamiento y asesoría profesional, con mentorías que te explican desde cómo revisar tu currículo, hasta cómo conseguir capital semilla. “Venezolanas Globales” realmente desea empoderar a mujeres venezolanas a través de la comunidad, así como generar conciencia sobre temas de género e igualdad. Además, pronto abrirán la posibilidad para presentar opciones de acción desde las ciudades en donde operan, buscando contribuir con el país, aún en la distancia.

La clave es que aquellos que tuvieron que irse o “están afuera”, estén lo suficientemente organizados para ayudar los que se quedaron o “están adentro”. Y la mayoría ya ha colaborado, desde enviando comidas y medicinas a casa hasta levantando fondos para cualquier iniciativa humanitaria de gran escala. No obstante, la coyuntura ha exigido además que la diáspora venezolana también se organice en su “metro cuadrado”, lista para ofrecer asesoría jurídica, laboral y académica ajustadas a las exigencias del país o la ciudad donde se encuentra. Ya existen muchos venezolanos que tienen la tarea hecha y quieren hacerle más fácil el camino a todo aquel que debe “trabajar, sobrevivir y soñar”. Solo hay que unirlos en red para sacarle mayor provecho a su potencial; trascender del impacto individual y evolucionar hacia el impacto colectivo como diáspora.

Así que los venezolanos en el exterior tienen doble labor: reforzar nuestra identidad afuera (con bastante calor humano) y aprender de esta coyuntura para transformar nuestro país a futuro. Porque, a fin de cuentas, todos los venezolanos queremos lo mismo: que las cosas cambien para regresar a casa.

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