Una petición: amabilidad remota

Por: María Fernanda Pérez Reggeti.

Amabilidad, un concepto tan fácil y una meta tan difícil. Durante estos tiempos de pandemia pareciera que nuestro “vaso” está siempre a punto de desbordarse. La distancia y las preocupaciones hacen que sea difícil encontrar espacios para la amabilidad.

Sin embargo, cuando veo a mi alrededor—y hacia dentro, me doy cuenta de los privilegios que tenemos. Comenzando por la salud, siguiendo por la familia y pasando por la seguridad emocional y física, haciendo una parada especial en las nuevas formas de trabajar. 

Tantos hogares están siendo impactados hoy, hay tanta incertidumbre que suma y potencia el estrés general. ¿Cuántas casas tienen hoy el estómago en forma de nudo?

Me esfuerzo por pensar en cómo ayudar, cómo sumar desde mi posición, cómo podemos juntas hacer algo. No te voy a pedir que des clic a un “gofundme”, que salgas a donar o hacer voluntariado.

Sólo voy a pedir un acto de amabilidad, uno al día. Cuando estemos conectadas virtualmente con gente del trabajo, tengamos la empatía de entender su situación. Tengamos la empatía de sentir lo que pueden estar sintiendo y pensemos un gesto, una frase que construya positivamente su día.

Tengamos la valentía de mostrar en pantalla nuestra propia vulnerabilidad y aceptemos la del otro. 

Presta tu oído. No para responder de forma rápida e inteligente, escucha activa y conscientemente. Escucha las palabras que dicen, y las que callan. No respondas correos o veas el celular mientras el otro te habla. Si sus ideas te contrarían, escucha y escucha de nuevo antes de contestar.

Seamos amables, con nosotros primero, con nuestro núcleo familiar, con la vecindad (sí, hasta la gente intensa), con nuestros compañeros de trabajo, con los que piensan como nosotros, pero especialmente con los que no. 

¡Tengamos la valentía de SER esa persona, SER ese líder, SER quien cambia el día a alguien para mejor. SEAMOS AMABLES!