Reflexiones de una madre venezolana en contra del racismo

Autora: Flor Breton-García

Para aquellos que ya me conocen o me han visto en mis redes sociales, está claro que no soy una mujer blanca. Sin embargo, el haber nacido con rasgos europeos en un país como Venezuela me dio el "privilegio" de ser considerada "la catira", término utilizado para referirse a las mujeres rubias en mi país. El color de mi piel, mi cabello y mis rasgos faciales me permitieron tener el privilegio de ser más “fina” y “bonita” simplemente porque mi aspecto se ajustaba al ideal de belleza blanca que en Venezuela se ha anhelado desde tiempos coloniales. 

La fea verdad: el racismo raramente reconocido en Venezuela

En los últimos diez años, no ha pasado un día sin cobertura de noticias sobre la crisis política, social y económica de Venezuela. Los noticieros continuamente reportan cómo casi 3 millones de venezolanos han huido del país debido a la persecución política, la pobreza y los disturbios sociales. Millones de venezolanos buscan oportunidades para tener una mejor calidad de vida en el extranjero.

Antes de que Hugo Chávez fuera elegido en 1998, Venezuela atraía poca atención internacional. Era un país caribeño frecuentemente visto como excepcionalmente estable para los estándares políticos latinoamericanos, y era mejor conocido por sus reinas de belleza, playas hermosas y sus enormes reservas de petróleo. Poco se ha dicho o mencionado de la larga historia de racismo en Venezuela que definió la vida, la carrera y el estatus de muchos habitantes de nuestro país.

Comencemos con nuestras reinas de belleza, por ejemplo. Mientras que la mayoría de los venezolanos se identifican como negros, indígenas o mestizos, las reinas de belleza del país siempre se han ajustado a los ideales de belleza blanca. Los organizadores del concurso de belleza más importante del país han declarado en diversas ocasiones que las mujeres negras no son bonitas porque sus narices son "demasiado anchas" y sus labios "demasiado gruesos". El cabello afro se conoce comúnmente como “pelo malo”.

Esta creencia en la superioridad natural de los europeos también era evidente en el sector petrolero económicamente crucial para nuestro país. Los profesionales y gerentes eran venezolanos blancos, mientras que se reclutaban trabajadores de sectores negros y de raza mixta. Para cuando se nacionalizó el petróleo en 1976, los habitantes de la clase media venezolana se habían identificado y adoptado patrones culturales y de consumo al mejor estilo estadounidense. Para estos venezolanos, viajar a los Estados Unidos y Europa simbolizaba la civilización, el avance y el prestigio social, mientras que las masas negras y de raza mixta representaban el pasado inferior de la época colonial.

"Si bien la mayoría de los venezolanos se identifican como negros, indígenas o mestizos, las reinas de belleza de nuestro país se han conformado invariablemente con los ideales de belleza blanca ..."

Flor Bretón-García

Mi familia no escapó a esta realidad.  Fueron muchos los que me dijeron que buscara casarme con un hombre blanco para "mejorar" la raza y también aprendí desde muy joven que los vecindarios donde vivían personas con un color de piel más oscuro que el mío eran menos seguros que los barrios blancos, siendo este el caso tanto en Venezuela como en los Estados Unidos, país donde pasé muchos veranos de mi niñez.

Yo también fui eco de bromas y comentarios racistas. También pensé que la belleza conforme a los estándares europeos era la verdadera belleza, y también me sentí superior debido a la condición social que me otorgaba mi color de piel claro y mi ascendencia española y francesa. 

El racismo era parte de todos los días… parte de la historia, noticias, campañas políticas y reuniones sociales. Sin embargo, siempre pensamos que estaba bien ser así ... decir todos esos comentarios altamente racistas porque los negros venezolanos no se ofendían.

Maternidad, vivir en el extranjero y cambiar como mujer

Me di cuenta de lo equivocados que estaban todos estos chistes y tradiciones abiertamente racistas pero altamente desconocidos cuando me mudé a los Estados Unidos en el año 2002. Aprendí sobre la lucha constante de los afroamericanos y los latinos para acceder al sistema de salud, la educación y el mercado laboral debido a la brecha racial estadounidense. De repente todas estas realidades me abofetearon con la certeza de ser parte del grupo sin privilegios. Aunque me casé con un estadounidense, ambos éramos latinos que vinimos a los Estados Unidos para encontrar un futuro mejor y que hablábamos el idioma inglés con un fuerte acento.

Si bien soy sincera, no creo que haya sido discriminada durante ese tiempo en Estados Unidos, pero eso no significa que no haya visto durante mis años como educadora en Texas la mayor brecha racial entre la población blanca, latina y negra. 

Salí horrorizada y decidida a criar a mis tres hijos con las herramientas y el conocimiento para ser parte del cambio que nuestro mundo necesita. El racismo es sistemático, tallado en cada aspecto de nuestra sociedad. Y siempre ha estado ahí aunque no lo reconozcamos. Es mi deber recordarles a mis hijos que necesitamos crear una sociedad más equitativa para todos.

¿Qué hacer como madres y cuidadores?

En primer lugar, es imprescindible comenzar la conversación sobre el racismo bien temprano en la vida, en esos años de preescolar de nuestros hijos. En mi opinión, necesitamos adelantarnos a lo que nuestros niños aprenderán en la escuela y comenzar a hablar sobre las diferencias raciales y el racismo desde la infancia. Si sus hijos son mayores y aún no han tenido esta conversación con ellos ¡háganlo ahora!

Mi esposo y yo hemos querido asegurarnos de que nuestras dos culturas siempre estén representadas para nuestros hijos en la música, los libros y las tradiciones. También incluimos la cultura del país en el cual vivimos actualmente, Alemania.

De las cosas que más nos han ayudado a crear tradiciones en el extranjero han sido los libros. Historias, cuentos y material impreso que de alguna forma nos han permitido conversar con nuestros niños de temas difíciles para los cuales a veces no tenemos iniciativas o respuestas. Esta lista no es exhaustiva. Al contrario, te invito a que la nutras con títulos que consideres adecuados para tu familia.

Lista de libros que puedes utilizar para hablar de racismo con tus niños. 

(Títulos en español) 

El color de mi piel, Pat Thomas

Trenfugiados, José Campanari .

Hombre de Color, Jérome Ruillier .

Ziba vino en un Barco, Liz Lofthause .

Arepita de Manteca @rosanafariaarape @edicionesekare .

Mariama, diferente pero igual, Jerónimo Cornelles .

Nata y Chocolate, Alicia Borrás Sanjurjo

Quién fue Nelson Mandela .

Elmer, David Mckee


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