¿Desempleada o renovada?
Autora: Claudia Eckert Ascanio
Con el tiempo he entendido que no solo somos seres humanos, somos también una mezcla hermosa de experiencias, culturas, creencias e ideas. Para bien o para mal, esta mezcla es la que nos ha traído hasta aquí y nos ha convertido en la persona que somos hoy. Soy fiel creyente de que nadamos en un mar de oportunidades y promuevo la importancia de invertir nuestra energía para aprovecharlas; aun así, la vida me retó en el 2019 con mi primer despido.
Recuerdo que hubo diferencia de intereses, mis inseguridades borboteaban mientras el tiempo pasaba. Al firmar el despido recuerdo a mi positivismo mostrándome un abanico de nuevas opciones y brillantes caminos, pero mis miedos me tomaban de las piernas para hundirme en un sinfín de creencias. ¿Qué pensarán de mí? ¿Qué pasará después de esto? El suelo bajo mis pies se abría y me retiré a un baño a llamar a mi mamá, quien, a pesar de estar lejos, me acompaña siempre con un mensaje o una llamada. ¿Qué difícil tener a los nuestros lejos? ¿verdad?
Mi jefe en ese momento era nuevo y me exigía el conocimiento que él aún no tenía, pero esto no se trata de ver el error del otro, sino de revisarnos y encontrar el regalo que hay detrás de un cambio inesperado; o en mi caso, esperado, pero que no quería ver. Un mes después de mi despido, recibí otro regalo aún más grande: una pandemia; la que retrasó mis planes, o bien si lo vemos como un regalo, me favoreció con tiempo para reflexionar y para pulirme. Si empezamos por nosotros y cambiamos, nuestro mundo a su vez también cambiará.
Los siguientes seis meses después de mi despido, debido a la crisis mundial por el COVID-19 fueron retadores, pero muy enriquecedores. En cada momento que vivimos tenemos una sombra y una luz; está en nosotros balancearlas, porque necesitamos ambas para avanzar. La luz para ver el camino y la sombra para revisarnos. A veces necesitamos tomar una pausa por un momento (como me pasó en estos seis meses) para reevaluar, cambiar el foco y medir desde otro punto de vista. Entonces hacemos una pausa, y de manera balanceada buscamos la luz para iluminar nuestro camino de la mejor manera posible.
El término desempleada significa “estar en condiciones para trabajar”, y esto es súper positivo. Siento que no estamos acostumbradas a decir “estoy desempleada” por vergüenza al qué dirán, porque hay un estándar económico que cubrir y además por el miedo a que nos juzguen. Al final no es que no podamos trabajar, es que estamos disponibles para algo nuevo y eso debe ser energizado con emoción. Sí, este cambio puede venir con mucha incertidumbre e infinito trabajo personal, pero si lo hemos logrado hasta aquí es porque somos capaces.
En lo personal me funcionó dividir mis pensamientos y acciones entre sí estaban o no bajo mi control, así iba midiendo mis pasos. Es importante especialmente en estos casos, donde son costumbre las explosiones emocionales, tomarnos el tiempo de escuchar lo que nos decimos a diario y preguntarnos porqué el cambio ha ocurrido. Al principio me excusaba con que había sido un mutuo acuerdo entre mi jefe y yo, pero la realidad es que el despido fue algo que yo direccioné, al no tener mis metas claras y no escucharme.
Aunque a veces pensamos que se nos viene el mundo encima, realmente es un momento de crecimiento, que, aunque duele nos regala piezas claves para empezar un nuevo proyecto: convertirnos en nuestra mejor versión. En vez de desvanecernos, reflexionemos. Si necesitas ayuda, pídela. No estamos solas. Si necesitas tiempo, tómatelo dentro de tus posibilidades. Y lo más importante: si te despiden, eso no te define. Tú eres más que un empleo y eres más que lo que una persona o un grupo puede ver en ti. A veces las cosas no funcionan como queremos, pero abraza el cambio y agradécelo, por qué más adelante entenderás que era la vida mostrándote un mejor camino.